Entre las pequeñas piedras o el polvo, la palabra miliaria que jalona un discurso secular como una precesión del sentido.El oyente camina y el cansancio hace que sólo espere la palabra miliaria y no el espejismo que falsamente conforta. El homileta introduce anticadencias que pronto descubren su previsibilidad como un ritmo que no promete nada.
Arnulfo Alirón, Memorias de un maestro voluntarioso, Madrid, Tejavana, 1983.
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