Salvo en las églogas, los pastores ovejeros son geología. El pastor de Castilla, motivo pictórico, escultórico y fotográfico, excusa literaria, corresponde a un relieve más bien desgastado y salpicado de ruinas, un erial con las anfractuosidades de un rostro quemado por el viento.
Quedan todavía algunos de esos pastores verticales que niega la autovía al conductor apresurado. Según la edad del pastor, vemos la estampa que compone con los dos corderos recién paridos, efímeros recentales, uno en cada mano.
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