Hoy no salimos de casa, cercados por el misterio de la fiebre. Así que recorremos caminos inaprensibles y adormilados. El día transcurre con la mansedubre a ratos alterada de la calentura. Al final del día, desembocamos en obsesiones menores y domésticas, que suponen un paréntesis y un espejismo ante la previsible recaída.
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