Ya hemos observado que la geología está hecha con nombres propios de individuos y no sólo, como la biología, a base de nombres propios de especie (salvo marginalmente en la etología y derivados, Washoe, Chimsky, etc.), si esos nombres pueden llamarse propios.
Tal "individualismo" hace que la historia natural propenda a la ficción narrativa, con individuos fungiendo de tipos y, claro, de individuos. Pero este individualismo es mucho mayor en la geología que en la biología. Ciertamente, además, hay y ha habido muchas menos cadenas montañosas en el planeta que, por ejemplo, moscas.
El recurso individualista a la narración se expulsó del discurso biológico y quedó en sus margenes de bestiario y aventura. Pero el cine documental, por razones que pueden intuirse, propende a ese tipo de narración. Hasta el punto de que el espectador se pregunta cómo puede el guionista, el asesor o el camarógrafo saber que la leona cuya ardua vida, con su cúmulo de afanes y desgracias, están contando atentos se llama Ofelia, como aquel león bizco se llamaba Clarence.
Tal "individualismo" hace que la historia natural propenda a la ficción narrativa, con individuos fungiendo de tipos y, claro, de individuos. Pero este individualismo es mucho mayor en la geología que en la biología. Ciertamente, además, hay y ha habido muchas menos cadenas montañosas en el planeta que, por ejemplo, moscas.
El recurso individualista a la narración se expulsó del discurso biológico y quedó en sus margenes de bestiario y aventura. Pero el cine documental, por razones que pueden intuirse, propende a ese tipo de narración. Hasta el punto de que el espectador se pregunta cómo puede el guionista, el asesor o el camarógrafo saber que la leona cuya ardua vida, con su cúmulo de afanes y desgracias, están contando atentos se llama Ofelia, como aquel león bizco se llamaba Clarence.
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