Esta ciudad aparece habitada - recubierta en vertical- por mapas que la representan parcialmente y que no conceden el mínimo resquicio al explorador o al Magritte que quiera mapear mapa y región. Están todos desorientados. Su Este puede ser el Norte, el Sur o el Oeste. No se conoce un caso de que su Este sea el Este. El viajero que haya llegado hasta aquí (y si ha llegado hasta aquí es por algo, aunque quizá sólo sea por enfrentarse con un mapa inexacto, fantástico, orlado de monstruos marinos que asoman justo donde las terrae incognitae (o maria incognita) amenazan a la apolínea tinta), deberá proceder a efectuar mentalmente todo tipo de traslados, rotaciones, proyecciones y anamorfosis antes de que, rendido, aunque tranquilo ante lo inevitable, pregunte a un transeunte por dónde se va a un destino que ya ha olvidado.
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