Estos sólidos o no tanto de factura humana o sobrehumana (dirá alguno el zigurat) nos rodean y facilitan, aquéllos, álgebras más accesibles que la piedra o la madera. En cuanto a las simetrías del adobe, nos tememos que propenden a cierta inexactitud, a cierta vaguedad o borrosidad, lo que no quita nada a su efectividad arquitéctonica, a ser una bella expresión de la economía.
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