El paisaje (natural, como si esta palabra tuviera sentido) incluye ya al espectador y sus visuales, que al contrario que los rayos de luz, sólo son visibles cuando habla de ellas o las dibuja un tercero. Son imaginables de lado. De frente, no hace falta suponerlas.
El llamado paisaje urbano puede incurrir en groseros errores de perspectiva rota, desaparecida por interrumpida. Dicho con mayor exactitud, se nos deja ver. Se nos deja ver las dimensiones que van desde el plano que se enfrenta a nuestros ojos hasta el horizonte para borrarlos luego con una mancha que nos hace recordar a quién sabe qué. El triángulo isósceles de la avenida se convierte en un trapecio que nos hace pensar en cierto atragantamiento urbano.
El llamado paisaje urbano puede incurrir en groseros errores de perspectiva rota, desaparecida por interrumpida. Dicho con mayor exactitud, se nos deja ver. Se nos deja ver las dimensiones que van desde el plano que se enfrenta a nuestros ojos hasta el horizonte para borrarlos luego con una mancha que nos hace recordar a quién sabe qué. El triángulo isósceles de la avenida se convierte en un trapecio que nos hace pensar en cierto atragantamiento urbano.
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