Los adoquines, un avatar connotativo del mismo principio inmanente que el formato histórico de El heraldo de Aragón: una plasmación, redundante como se comprenderá, en cuerpo sólido o en superficie envolvente de una cierta contudencia porfiada. El adoquín se acompaña de un envoltorio simple y apodíctico, como las octosílabos que esperan en su reverso. O no tanto, pues un octosílabo es siempre un octosílabo, from my window to your window.
No hay comentarios:
Publicar un comentario