El lector conoce algunos libros populares y series televisivas sobre la hipotética evolución de las especies, incluso sobre el desplazamiento de los continentes en los más o menos próximos millones de años, en esa región que se llama, con notable impropiedad, futuro.
Constátese que semejante relato no supone inversión temporal en el objeto, por así decir, pero sí en los propósitos fundacionales de alguna que otra ciencia. Paleontología es vocablo a cuyo primer componente se le descubre un nuevo sentido. Esto hace ver que no hay futuro, que el futuro aglutina componentes conceptuales muy diversos que sólo se aglutinan pero que no dan lugar a una geometría noetológica.
De ahí que no podamos entender un relato sobre el futuro como un relato sobre el futuro, porque tal expresión no tiene sentido. De hecho, tampoco solemos entender un relato sobre el pasado como un relato sobre el pasado. La proyección sobre nuestro presente se hará literariamente por vía de alegoría o más científicamente sobre la aceptación y la aplicación de unas leyes dinámicas, en que el futuro, el presente o el pasado son sólo ya valores que puede tomar un parámetro.
Mal plan, como para decir que nos justificamos por las obras en estos tiempos en que todo Cristo parece protestante. Habrá que darle una vuelta al asunto y decir que sólo las obras justifican para lo que es necesario que se organicen y no sean una sucesión azarosa. Nótese, finalmente, que ese azar sería un determinismo tonto que es azar porque no se integra en un relato completo, que impidiera que las obras nos arrastrasen. Y más finalmente todavía, adviértase que, si de ciencias se está tratando tras la excursión de este párrafo, habría que recordar el primer principio de la termodinámica: No hay nada gratis. O sea, que soy ateo.
Constátese que semejante relato no supone inversión temporal en el objeto, por así decir, pero sí en los propósitos fundacionales de alguna que otra ciencia. Paleontología es vocablo a cuyo primer componente se le descubre un nuevo sentido. Esto hace ver que no hay futuro, que el futuro aglutina componentes conceptuales muy diversos que sólo se aglutinan pero que no dan lugar a una geometría noetológica.
De ahí que no podamos entender un relato sobre el futuro como un relato sobre el futuro, porque tal expresión no tiene sentido. De hecho, tampoco solemos entender un relato sobre el pasado como un relato sobre el pasado. La proyección sobre nuestro presente se hará literariamente por vía de alegoría o más científicamente sobre la aceptación y la aplicación de unas leyes dinámicas, en que el futuro, el presente o el pasado son sólo ya valores que puede tomar un parámetro.
Mal plan, como para decir que nos justificamos por las obras en estos tiempos en que todo Cristo parece protestante. Habrá que darle una vuelta al asunto y decir que sólo las obras justifican para lo que es necesario que se organicen y no sean una sucesión azarosa. Nótese, finalmente, que ese azar sería un determinismo tonto que es azar porque no se integra en un relato completo, que impidiera que las obras nos arrastrasen. Y más finalmente todavía, adviértase que, si de ciencias se está tratando tras la excursión de este párrafo, habría que recordar el primer principio de la termodinámica: No hay nada gratis. O sea, que soy ateo.
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