Comprar una propiedad y cavar. El tiempo se fija en el suelo, que es una pluralidad muchas veces impensada de huellas y retazos de intenciones ajenas, alienadas como el cráneo que ha despertado el arado intempestivo del agrícola (nos recordó A.M.G.). El suelo nos invita a la propiedad final. Un lecho y un útero. De seguir los pronósticos de la infancia, nacerá un lirón careto.
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