No veo la manera de colocar el buzón. Lo sigo pensando y no veo cómo. Hay malas soluciones naturalmente. Una posibilidad es enmarcarlo en la hiedra porque ésta ocultaría el apaño trasero que lo sujetaría a la valla. Además, la hiedra nos acabaría sumiendo en un dulce olvido postal, que avanzará mientras anhelamos idear pareja tranquilidad en lo que hace al correo electrónico.
jueves, agosto 13, 2009
miércoles, agosto 12, 2009
Sin salir de casa (para una colección de paseos veraniegos)
Hoy no salimos de casa, cercados por el misterio de la fiebre. Así que recorremos caminos inaprensibles y adormilados. El día transcurre con la mansedubre a ratos alterada de la calentura. Al final del día, desembocamos en obsesiones menores y domésticas, que suponen un paréntesis y un espejismo ante la previsible recaída.
martes, agosto 11, 2009
Carrera cuneta (para una colección de paseos veraniegos)
Correr sobre la cuneta, a lo largo de la cuneta, carretera nueva, carretera vieja, ésta con gravilla suelta, más clara, de bordes desdibujados, aunque esto depende de la escala y la zancada es la medida de todas las cosas. Hasta que lo es la falta de resuello.
lunes, agosto 10, 2009
Agosto (para una colección de paseos veraniegos)
Al salir a la recta, rumbo sur, veo por el retrovisor las laderas amarillas que son Álava y Navarra. Sigo y el valle sigue el valle, como si el tiempo no estuviera hecho de montes desbrozados, hasta que el terreno se abre y veo lo que fueron cebadas doradas. Luego, la orla ocre del pantano. Los pinos viejos, sus ramas bajas, su concavidad hacia abajo, al menos hasta el breve resurgir del extremo, como figúrese usted qué.
domingo, agosto 09, 2009
Ciudad (para una colección de paseos veraniegos)
La ciudad del domingo es una conocida invención de algunos literatos que tampoco trabajaban mucho los otros días de la semana. Y se trata de una invención tan pregnante que salimos a la calle y vemos la ciudad en frente de nosotros bajo la plantilla de aquélla, literaria y oscilante entre lo zarzuelero y lo esplínico con algunas inflexiones de música militar en el parque.
Nótese que este efecto pone en duda todo planteamiento fenomenológico que se quiera hacer de las más variadas cuestiones, porque lo tenemos delante es algo que nos hemos creído tiempo atrás. O sea, que todo fenómeno es tradición inventada.
Nótese que este efecto pone en duda todo planteamiento fenomenológico que se quiera hacer de las más variadas cuestiones, porque lo tenemos delante es algo que nos hemos creído tiempo atrás. O sea, que todo fenómeno es tradición inventada.
sábado, agosto 08, 2009
Cemento (para una colección de paseos veraniegos)
El mortero y su deposición a través de los años, de los inviernos infaustinos, llama a vigilar el muro. Arena, cemento y agua. Como si faltase la sal, que quizá sea la grava. Escribo con manos iracundas y dañadas por la aplicación que han puesto en la aplicación de la masa. El gremio de la construcción y sus manguerazos. Además la temperatura baja sin ninguna consideración en este agosto en que leemos " trece grados". San Mamés bajo las aguas.
viernes, agosto 07, 2009
Barrido (para una colección de paseos veraniegos)
Con la lluvia de ayer la serpiente habrá llegado al pantano y las truchas se la estarán comiendo. Eso o cualquier otra cosa. No sé si se da aquí una suerte de justicia poética: la serpiente que come ratones o come truchas es comida, aunque ya muerta. El nitrógeno, que no se pierda ni vuelva a ser molécula diatómica. Dígalo usted sin olvidar la cadencia adecuada, cenizas, tierra; o humo, sombra, nada. Ni la serpiente ni otras tentaciones.
jueves, agosto 06, 2009
Cadáver (para una colección de paseos veraniegos)
Ahí sigue la culebra, lo que se dice de dimensiones y verdes considerables, los verdes más o menos pálidos, vientre o lomo. A un metro de la boca del gran desagüe, que es también un tubo.
-Pero la serpiente no es un tubo simple, explica alguien. O es tan tubo como nosotros.
Ante el animal muerto, la conversación vira hacia la embriología y deriva hacia los celentéreos microscópicos de pantano, y luego se disuelve en el agua revuelta de la tarde.
Hemos dejado atrás el desagües, seco, y la serpiente, lo que aún queda de la serpiente muerta, y arranco el coche, que no es tan invernadero como había venido temiendo. Cruzamos al poco tierras donde otras culebras lloran con las lágrimas que les han prestado sus primos, los cocodrilos, quienes -como todo el mundo sabe- son bolsos y no son tubos.
-Pero la serpiente no es un tubo simple, explica alguien. O es tan tubo como nosotros.
Ante el animal muerto, la conversación vira hacia la embriología y deriva hacia los celentéreos microscópicos de pantano, y luego se disuelve en el agua revuelta de la tarde.
Hemos dejado atrás el desagües, seco, y la serpiente, lo que aún queda de la serpiente muerta, y arranco el coche, que no es tan invernadero como había venido temiendo. Cruzamos al poco tierras donde otras culebras lloran con las lágrimas que les han prestado sus primos, los cocodrilos, quienes -como todo el mundo sabe- son bolsos y no son tubos.
miércoles, agosto 05, 2009
Parabrisas (para una colección de paseos veraniegos)
Hemos tenido tormenta a la ida y a la vuelta. La lluvia ha lavado el parabrisas al precio de convertirlo en una barrera traslúcida y engañosa. Hemos visto luego la tormenta a nuestra izquierda como en una amenaza pictórica, goyesca, tal vez inconcreta y eléctrica.
Ahora dudamos acerca de los faros. ¿Los apagamos o los dejamos encendidos? Me refiero a la romería que seguimos y a aquélla con la nos cruzamos, que tal vez haya conocido otra tormenta. O la misma tormenta, que esto nunca se sabe, por lo de inconcreto.
Ahora dudamos acerca de los faros. ¿Los apagamos o los dejamos encendidos? Me refiero a la romería que seguimos y a aquélla con la nos cruzamos, que tal vez haya conocido otra tormenta. O la misma tormenta, que esto nunca se sabe, por lo de inconcreto.
martes, agosto 04, 2009
Gafas (para una colección de paseos veraniegos)
Astillas, esquirlas, chispas que buscan los ojos con la constancia de lo multiplicado. Me protejo con unas gafas que huelen a plástico barato y pienso en el noble arte de la esgrima. El mundo se ha alejado considerablemente y habita en una burbuja cóncava e imposible. El trabajo, que embriaga.
lunes, agosto 03, 2009
Rama (para una colección de paseos veraniegos)
Doblar la rama para poder cortarle la punta. O intentarlo con la escalera, que es emblema de inseguridad. Al final se soluciona con ayuda. Logramos pasar un cuerda y un cable más resistente. Caen las puntas con sus piñas resinosas, que venían pringando todo. Pero ahora se nos plantea el reto de piñas en ramas más altas. Una obsesión o una manía que deberemos disolver o a la que deberemos poner un lema: “plus ultra” o “altius, fortius”, o algo así.
domingo, agosto 02, 2009
Agua de motor (para una colección de paseos veraniegos)
De la acequia bombea un agua turbia y detenida, pero dulce como agua de motor. Paso en la bicicleta y los afanes del regador me entretienen hasta el próximo bache. Al volver, la bomba sigue funcionando.
Adelanto a un hombre al que me he cruzado antes. Ha caminado kilómetros por una lechuga y puede que dos tomates. La salud y una vida hecha a la pobreza. A ese hombre le conozco de hace tiempo. A sus ojos claros no parece molestarle el sol. Las vacas de la vaquería se agrupan como si eso aliviase el mediodía. Cruzo el río cansado. Sudo agua con sal.
sábado, agosto 01, 2009
...y el martillo (para una colección de paseos veraniegos)
Voy a por el martillo(1) para sacar una pieza atascada y no hay martillo. Sé que hay unos alicates por ahí y de un alicatazo, la pieza sale. Pero no hay martillo, arma divina y prototipo de herramienta. Intento recordar dónde lo puse, pero no hay martilleo en las sienes ni hay compás ni martinete. El martillo y su alma de péndulo físico para ejemplo e ilustración de estudiantes. También para los que no les daba la cabeza y, por consiguiente, zapatero a tus zapatos. Consignemos la advertencia famosa: “En la cabeza no, que está estudiando.”
(1) Para algunos: me obsesiona tanto el martillo que si acudo en su busca a algunos lugares, será por el martillo o por la esperanza de encontrarlo.
(1) Para algunos: me obsesiona tanto el martillo que si acudo en su busca a algunos lugares, será por el martillo o por la esperanza de encontrarlo.
viernes, julio 31, 2009
La hoz (para una colección de paseos veraniegos)
¿Y qué decir de esta vieja compañera que nunca conocimos en nuestra mano? ¿Y de cuando la movemos hacia fuera, empecinados en acabar con hierbas que crecen vecinas a muros y bordillos?
Recuerdo la zoqueta, que rimaba puntiaguda con la hoz y que se me hacía incomprensible en el mundo incauto del niño que era yo según las últimas estadísticas. Recuerdo que no sabía que se llamaba zoqueta y que la cebada no valía mucho.
Ahora la hoz es un recurso estético y estéril del jardinero, por no dejarla allí tirada explicaremos, y la zoqueta desapareció de la casa, como la cebada, la trilladora pintada de rosa y la verdura pintada de amarillo agosto de las eras. Ahí se queda, la amolaremos bien para el próximo junio.
Recuerdo la zoqueta, que rimaba puntiaguda con la hoz y que se me hacía incomprensible en el mundo incauto del niño que era yo según las últimas estadísticas. Recuerdo que no sabía que se llamaba zoqueta y que la cebada no valía mucho.
Ahora la hoz es un recurso estético y estéril del jardinero, por no dejarla allí tirada explicaremos, y la zoqueta desapareció de la casa, como la cebada, la trilladora pintada de rosa y la verdura pintada de amarillo agosto de las eras. Ahí se queda, la amolaremos bien para el próximo junio.
jueves, julio 30, 2009
Remachadora (para una colección de paseos veraniegos)
La remachadora nos asombra con su hábil y arquimediano ejercicio sobre lo sólido. Descubre lo fluido de lo sólido, como la cizalla y como la cizaña. Sus brazos largos piden un sólido y un mundo y yo con medio cuerpo fuera, mientras intento recomponer el tendedero, me pregunto por las palancas nada sutiles que me ponen en marcha para salir en estas descubiertas, en estos paseos, a que el bricolaje obliga.
miércoles, julio 29, 2009
Las bicicletas pesadas (para una colección de paseos veraniegos)
Mi bicicleta pesa lo suyo y me sube cuando yo la subo desde el pantano hasta mi casa, 200 metros de desnivel como doscientos soles a plomo de este mediodía. La bicicleta popular, gorda como un tordo gordo, nos desencaja con su prestigio montuno y sus ruedas que no desentonarían en una tractorada y que nos vuelve a encajar cuando falsamente pensamos que con una bici ligera como las que se compran los que saben andar en bici, subiríamos con la ligereza de un espíritu alado, armónicos y flexibles como juncos o como el comedero pensativo de un jumento; con una souplesse alelada de nuestras caderas como orejas, valga el oxímoron
martes, julio 28, 2009
Cuatro calles (para una colección de paseos veraniegos)
Los días en ciudades pequeñas y con un propósito definido y que ocupe suficiente número de horas se concentran inevitablemente, de no mediar una buena dosis de fuerza de voluntad, en un circuito limitado que busca -y ello depende de la época del año- la sombra o el sol, o que los ha encontrado ya y que se repite en su analema de pasos cortos y perezas incrementadas.
Por su lado, las ciudades pequeñas pespuntean sus mañanas y tardes de batallas antiguas entre los canónigos y los alcaldes, o entre las fortunas viejas y las que no acaban de aterrizar. Por si no fuera suficiente con ello, amenizan las esperas del viajero con cierres de establecimientos alguna vez gratos y con la correspondiente y paralela eclosión sustitutoria de oficinas bancarias y escaparates que ofrecen mercancías que se producen lejos, allá de donde proceden los viajeros y los turistas, determinados a devolverlas a su origen.
Los burgos podridos al sol que aprendieron a disociar representación política de poder efectivo saludan al visitante curioso con aire de anciana virgen, consagrada para siempre a una empresa absurda e irrepetible. Han aprendido a esconder en qué bolsillo están.
Tomado de J. R. Ewing, Viajes por llanuras y mesetas, Fort Worth, Trinity Books, 1991.
Por su lado, las ciudades pequeñas pespuntean sus mañanas y tardes de batallas antiguas entre los canónigos y los alcaldes, o entre las fortunas viejas y las que no acaban de aterrizar. Por si no fuera suficiente con ello, amenizan las esperas del viajero con cierres de establecimientos alguna vez gratos y con la correspondiente y paralela eclosión sustitutoria de oficinas bancarias y escaparates que ofrecen mercancías que se producen lejos, allá de donde proceden los viajeros y los turistas, determinados a devolverlas a su origen.
Los burgos podridos al sol que aprendieron a disociar representación política de poder efectivo saludan al visitante curioso con aire de anciana virgen, consagrada para siempre a una empresa absurda e irrepetible. Han aprendido a esconder en qué bolsillo están.
Tomado de J. R. Ewing, Viajes por llanuras y mesetas, Fort Worth, Trinity Books, 1991.
lunes, julio 27, 2009
School for Scandalous Heat (para una colección de paseos veraniegos)
Las camisas y sus alegres cromatografías de sal, sales y sudor. Un lavado por semana y otra semana para el lavado. Lo esencial de aquel verano era el modo como entramos a considerar la nueva vida una vida normal, o hasta la vida. El núcleo de aquel verano era la afectación del horizonte en aquella región esteparia e infranqueable.
Dos veranos después, nos estaban esperando aquellos parajes como esperan los fantasmas sepultados que casualidad simple o el disfraz político de un concienzudo programa haga ver la luz al yacimiento arqueológico y pomposo, viscoso y mancomunado.
El calor era también el antepredicamento de todas nuestras inconsecuencias y pequeños reveses, una ontología que se atenuaba en el crepúsculo, en las horas translúcidas del amanecer, en el cuerpo de guardia, en la prevención, en el calabozo.
Pako Gabikakoetxea, El verano de la más alta torre, Villanueva de Mena, Libros Cuatro Rosas, 2009.
Dos veranos después, nos estaban esperando aquellos parajes como esperan los fantasmas sepultados que casualidad simple o el disfraz político de un concienzudo programa haga ver la luz al yacimiento arqueológico y pomposo, viscoso y mancomunado.
El calor era también el antepredicamento de todas nuestras inconsecuencias y pequeños reveses, una ontología que se atenuaba en el crepúsculo, en las horas translúcidas del amanecer, en el cuerpo de guardia, en la prevención, en el calabozo.
Pako Gabikakoetxea, El verano de la más alta torre, Villanueva de Mena, Libros Cuatro Rosas, 2009.
domingo, julio 26, 2009
Piscina a lo ancho (para una colección de paseos veraniegos)
Tirarse de cabeza cuando no es metáfora y es literal en la piscina azul de tanta alcachofa. El discente niega cualquier dolor tras la tripada progresiva. Ése es el triunfo de la pedagogía. Es el alumno ha emprendido el viaje exigente de su obcecación sagrada.
Se ha comprobado con ciencia y con rigor que las lecciones de zambullida se imparten casi siempre por la tarde y mirando al oeste, desde donde el Sol no deja de calentar el agua y de movernos a improvisar viseras, contraatacadas desde el reflejo que parte del agua y de otros segundos cielos.
Más tarde aún, el Sol y la toalla enjugan las esférulas de luz que permanecen sobre la piel de los bañistas, un tanto decepcionados, todo hay que decirlo. En la piscina se entretienen extraños animales procedentes de un mundo perdido, de una sentina abarrotada de infatigables depuradoras y sus orines de décadas, un museo que atesora algunos bañadores Meyba.
Tomado de Joaquín Javier Pi y Pi, Compás entre equinoccios dislocados, Lemóniz - Gatica - Amherst, Cuadernos ingrapables, 2009.
Se ha comprobado con ciencia y con rigor que las lecciones de zambullida se imparten casi siempre por la tarde y mirando al oeste, desde donde el Sol no deja de calentar el agua y de movernos a improvisar viseras, contraatacadas desde el reflejo que parte del agua y de otros segundos cielos.
Más tarde aún, el Sol y la toalla enjugan las esférulas de luz que permanecen sobre la piel de los bañistas, un tanto decepcionados, todo hay que decirlo. En la piscina se entretienen extraños animales procedentes de un mundo perdido, de una sentina abarrotada de infatigables depuradoras y sus orines de décadas, un museo que atesora algunos bañadores Meyba.
Tomado de Joaquín Javier Pi y Pi, Compás entre equinoccios dislocados, Lemóniz - Gatica - Amherst, Cuadernos ingrapables, 2009.
jueves, junio 04, 2009
Masa
El cemento minifundista que no ha accedido a la hormigonera, la arena y el agua que se proporcionan como si domináramos la plasticidad y la viscosidad que pedimos a la aplicación. El cemento y sus servidumbres verticales, como la Arquitectura en la Estética de Hegel. O en algún lugar de la Enciclopedia.
El cemento y la malla de gallinero como un remedio contra el tiempo. Miré los muros de la patria mía.
El cemento y la malla de gallinero como un remedio contra el tiempo. Miré los muros de la patria mía.
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