La remachadora nos asombra con su hábil y arquimediano ejercicio sobre lo sólido. Descubre lo fluido de lo sólido, como la cizalla y como la cizaña. Sus brazos largos piden un sólido y un mundo y yo con medio cuerpo fuera, mientras intento recomponer el tendedero, me pregunto por las palancas nada sutiles que me ponen en marcha para salir en estas descubiertas, en estos paseos, a que el bricolaje obliga.
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