No quedará pìedra sobre piedra. Frívolamente, ni hiedra sobre piedra. Se presupone que la destrucción opera a favor de la gravedad. La obra humana y la natural sujetas a una fuerza que da el último toque a la acción de los elementos. Las palabras crecen sin la gravedad, sujetas tal vez a otras fuerzas erosivas. Su ruina es la ceniza, que se lleva el viento. O que se deposita entre las piedras o sobre las piedras ya caídas, que son como una explosión pasajera (el suelo será enterrado por otro suelo) de hongos entre la hierba o esa ceniza. Aquí yace el poderoso. Palabras sobre la piedra que se hace polvo y adivinamos entre la arena del desierto. El desierto, antiguas promociones.
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