martes, septiembre 12, 2006

Niebla

La niebla acerca u oculta. Si aleja es puro romanticismo de la peor especie. Moja las curvas de la carretera y estoy pensando en una carretera de montaña. En la llanura, la niebla predispone a fenómenos de diferente naturaleza o incluso, diríamos en estos tiempos, de diferente talante. En el interior con niebla golpeamos las rocas en busca de alguna sorpresa y sorprendemos a la víbora que descansa dormida. Las indiferenciadas rocas que, siempre hay clases, también tienen su ganga. La visión de conjunto que la niebla invita a fantasear encerrada en un puño que oculta un guijarro junto a la cabeza aplastada de una culebra.
Los excursionistas siguen golpeando como escolares irreductibles, juramentados en una destrucción que les hará adultos y perfectamente prescindibles. Un profesor se rasca la lepra con un trozo de pizarra. El valle tal vez decida deshacerse de su disfraz blanquecino o reciba la visita de un viento que abrirá un paréntesis meridiano. Los escolares han emprendido una batalla a pedradas. El viento llega y consuela a los descalabrados. El monte es un amasijo de restos. No hay buitres.
Citado de Arnulfo Alirón, Memorias de un maestro voluntarioso, Madrid,Tejavana, 1983. Nos ha llamado la atención el vocablo "talante", que el lector puede sospechar tan de nuestros tiempos como de los de Alirón. Observaremos que éste escribía en torno a mediados de los años setenta.

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