Noé y el acohol etílico. No faltan relatos laterales que sostienen que durante los cien años que le llevó construir el arca, y sin duda por alguna mala inteligencia de la situación, se esforzó casi exclusivamente en dotarla de piscinas, acuarios y peceras en que salvar a los peces y demás habitantes de los mares. Cuando su jefe, advertido, se decidió a sacarle del equívoco, pudo el eficaz calafateador señalarle que la baja de salinidad resultante de tanta lluvia como se prometía podía causar problemas a la fauna escamosa. No obstante, reconoció que había un serio error de concepto y una mala estimación de las prioridades en su estrategia.
Sucedió sin embargo, que el arca buena no fue la segunda, la que reconstruyó tras el episodio aludido, sino la tercera. En efecto, en la segunda, Noé se especializó en anfibios, lo que no excluía algún reptil, unas cuantas aves, cierto número de mamíferos. Por alguna obligación no revelada se conservaba también algún pez pulmonado.
De entonces, de la reducida piscina que le correspondió ya antes de la segunda fallida botadura (o botadura en negativo pues no se trataba de que la embarcación fuera al agua sino de que el agua viniera a la embarcación), se dice que mantiene la nutria su conducta en ocasiones un tanto obsesiva, con tendencia al corto circuito.
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