Coleccionemos criterios de ordenación y clasifiquémoslos, claro. Estudiemos su compatibilidad mutua, su jerarquía, pero no seamos demasiado fantásticos. Hay clasificaciones que no sirven más que lejanamente al coleccionismo (pues al final buscamos una división en partes que no son intercambiables entre sí). Tendremos (según distinción alejandrina) colecciones arbóreas y colecciones semirreticulares. En éstas habrá objetos que puedan corresponder con razón a más de dos casillas de un determinado nivel -como si una hoja pudiera estar en dos ramas a la vez, que ni en pérgolas de plátanos- y eso sin pérdida de rigor y sí con mejora.
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