Deja su trino y los últimos peatones se apresuran en un sonoro silencio, que hay que decir en estos casos. Porque los semáforos se enfrentan a veces a un tráfico indisciplinado y goteante, pero en ocasiones felices mantienen un coreografía simple pero efectiva, con la coda irónica de unos últimos apresurados con propósito de enmienda.
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