Una rodilla lastimada, pero hay que desplazarse. Se nota al cabo del rato y resulta en un tranco asimétrico que, de seguir la caminata, puede degenerar en un piñón fijo y doloroso. Pero a las tardes grises les convienen, más que los andares descuidados, los andares arrítmicos. O, como en este caso, un ritmo ternario muy cansino.
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