Hay días en que fingimos estudiar desde la consabidamente impostada sabiduría las huellas que jalonan el camino a su compás de dos por cuatro o a su tresbolillo de muta convergente. No tenemos ni idea y aún así puede que en algo acertemos. Es más interesante cuando de mañana, en invierno, marcho por la nieve y sigo las huellas de alguien que me ha precedido y que nunca alcanzo.
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