El aspersor nos sorprende entre los setos y aporta así una imagen o evocación del buen tiempo. Porque no es raro que el aspersor nos presente su aspecto juguetón y no en el momento en que nos hallamos más esquinados. Pero el aspersor es también dilapidación y generalmente una geometría que no placería a Steiner, un pajarillo mecánico para el entreacto de un cuento de Cheever.
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