La nava es una realidad o demasiado natural o demasiado sorprendente para el que ve como, inesperadamente, cesan las cuestas y el coche se enfrenta a una larga recta, de las que no habían existido durante muchos kilómetros.
El catálogo de navas (en no pocas ocasiones, se trata de una realidad plural: una comarca no es una nava, sino unas navas) muestra notables diferencias en lo que hace a la población. Están las navas que dan nombre a pueblos o ciudades y las deserticas de toponimia más discreta.
Estas últimas facilitan que el viajero sufra un ligero escalofrío, algo que suele suceder cuando el automóvil ha recorrido unos cuatrocientos metros de la gran recta, tras todas las curvas.
El catálogo de navas (en no pocas ocasiones, se trata de una realidad plural: una comarca no es una nava, sino unas navas) muestra notables diferencias en lo que hace a la población. Están las navas que dan nombre a pueblos o ciudades y las deserticas de toponimia más discreta.
Estas últimas facilitan que el viajero sufra un ligero escalofrío, algo que suele suceder cuando el automóvil ha recorrido unos cuatrocientos metros de la gran recta, tras todas las curvas.
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