La autovía se entretiene en curvas y pendientes que van dibujándose sobre la pintura de las lomas y roquedas, cárdenas a veces. Queda un rato hasta el Jalón y nos preguntamos qué queda a un lado y qué nos esperaría a otro.
Los campos desolados hasta Almazán casi, con alguna mancha de roble que corta la carretera como una isla de esperanza. Pero antes también habremos dejado a un lado Medinaceli y su gallo poundiano. Cruzado Jalón pie enjuto.
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