Nos ha cogido la piedra y nos ha zarandeando, bien que menos que a los frutales, batidos por la furia blanca. Horas después, en el suelo, acumulados, siguen las bolitas y las bolas, como huevos de un pez aéreo e incógnito. Las hojas y los trozos de hojas son el otro componente del pavimento. Ahora cae una lluvia fina, que no es llover.
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