Los caminos son secretos, pero existen: son caminos que convergen en el epicentro del tesoro. En algún luga,r la criptografía juega un papel que se sospecha menos esencial que decorativo. Algún detalle macabro es imprescindible; incluso es de alabar que alguien de la partida se exceda en avaricias, porque en la vida hay que perder la cabeza de todas las maneras posibles. Nadie puede eliminar la posibilidad, sin embargo, de que un error en la interpretación del mapa y sus símbolos insondables nos desvíe y nos lleve a un lugar mejor, impensado, insuperable, y no al trivial tesoro que se guarda en una caja llamada cofre.
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