La fresca poza que nos acogía, si bien temerosos, algún que otro día del terrible verano. O el terrible pozo del que se contaban pavores lidenbrockianos bajo los chopos, despejándonos aludas del pelo.
Y es que pozo y poza mantienen el matrimonio del ogro con la mujer del ogro, que era de mucho aguantar. La poza más que fondo tiene suelo. Pozo que se precie llega al mismo centro de la Tierra, que es mucho llegar y más en diez o doce metros de poco más que fango.
Y es que pozo y poza mantienen el matrimonio del ogro con la mujer del ogro, que era de mucho aguantar. La poza más que fondo tiene suelo. Pozo que se precie llega al mismo centro de la Tierra, que es mucho llegar y más en diez o doce metros de poco más que fango.
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