El calor ha llegado al fin con su calidad aplastante y omnipresente. Lo llevamos a cuestas con su humedad textil y lo sostenemos con los vanos adornos y fanfarronerías de la voluntad.
El calor estrecha los márgenes activos de los días de verano y, como siempre, se trata de acostumbrarnos a su compañía de pariente obsequioso y perpetuo.
El calor estrecha los márgenes activos de los días de verano y, como siempre, se trata de acostumbrarnos a su compañía de pariente obsequioso y perpetuo.
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