La velocidad tamién implica un cierto conflicto en la apreciación de las dimensiones vertical y horizontal, y por no mencionar (cosa que pasaremos a más que hacer inmediatamente) la línea del horizonte.
Nos referimos a las siempre carreteras (el asfalto, la serpiente negra y sus posibilidades proyectivas bajo el sol) de cuyas cuestas se dice que los coches las ascienden en punto muerto, o que hasta sus convexo cambios de rasante el agua derramada sube previa a la evaporación o a la absorción por la cuneta.
Me pregunto si los perros y otros semovientes de género similar comparten con nosotros la tan humana afición a la paradoja sinéstesica o, por mejor, decir, a la que se da entre un sentido y ese mismo sentido bien aplicado. Para las cuestas arriba quiero mi burro.
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