No pocas ciudades españolas han hecho del llamado carril bici la perfecta imagen del viaje a ninguna parte. O quizá el recordatorio grana de aquello de que no es llegar lo que cuenta, sino el viaje, que puede ser muy entretenido con remolinos y gentes de un solo ojo.
Así como las raíces buscan las corrientes de agua, el carril bici busca la nula ocupación o la no interferencia con la plusvalía. Algún día merecermos tomar el carri bici y no regresar.
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