lunes, diciembre 11, 2006

Ben Nevis

Esquiar en el Ben Nevis es una experiencia de dimensiones caledonias. Es sabido (al menos por los pijos) que cuanto más pequeña es una estación de esquí, más quebraderos anuncia. Caminando por esas montañas, me venía a la cabeza un comic que leí en mi infancia. Se trataba de un un cuaderno en cuarto (tipo Marvel) en que unos alpinistas pertrechados por lo menos para el K28, más que para el K2, sufrían atroces penalidades en unos espantosos lugares que resultaban ser el Ben Nevis.
Las oportunas placas avisan al caminante (el caminante es alguien que acaba de dejar su coche en el parking) que el tiempo es muy cambiante, como es de esperar de una montaña sobre el Atlántico Norte, pero no hay que sobredimensionar las cosas. Los granitos y las lavas del Ben Nevis proporcionan hermosas fotos a según qué horas del día. También buenos panoramas y algún entretenimiento para los parapentimentistas.

Xuso Suso de Suyo, Escocia, Gales, Cornualles. Con un bocadillo en la isla de Mam, Tartana con Pana Ediciones, Vigo, 2006.

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