Las luces del crepúsculo se agitan y los socorristas esperan el relevo. Este es un lugar para nadadores viejos. Como barcos, acuden al desguace por las calles de ritmo lento. Letreros confirman lo que se espera: apenas bacterias en el agua. Más tarde, el de mantenimiento canturrea su canción. Los últimos nadadores, saltitos como salmones, algún macarra.
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