La semántica (no nos referimos a la semiología) de las huellas es tan nostálgica como lo son los rastros en el barro, que al final no llevan a ninguna parte y, en ese otro final que es el principio, tampoco vienen de lugar alguno.
Así, son una breve pausa entre dos nadas en que nos figuramos a quien las dejó con sus afanes de corzo, perro u hombre.
Desazonados y melancólicos, los jabalíes, que saben de esta fugaz condición, lo emborronan todo. Tanto es el malestar existencial que fingen para disfrazar con él su muy aparente amor al barro.
Así, son una breve pausa entre dos nadas en que nos figuramos a quien las dejó con sus afanes de corzo, perro u hombre.
Desazonados y melancólicos, los jabalíes, que saben de esta fugaz condición, lo emborronan todo. Tanto es el malestar existencial que fingen para disfrazar con él su muy aparente amor al barro.
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