El intermedio de la cueva, el siglo de la cueva. Entramos para que todo el universo gire a nuestras espaldas mientras nos acurrucamos en nuestra amable mansión de tinieblas y peligros. El reloj sigue su mecánico paso, pero la duración, amigo mío, ya sabe usted que la retomaremos a la salida. (Así controlemos cuidadosamente las raciones de luz, de aire, de la ajena impaciencia de los de fuera.)
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