Mientras las vacas se distribuyen en el paisaje -la ladera de un monte, por lo general-, las ovejas se congregan, propenden a la ocupación del mismo espacio. Al menos, a las escalas demográficas habituales. Otra cosa es una estampida vacuna de miles de cabezas en la llanura reseca.
Las leyes que rigen esta conducta son en buena medida ajenas a la vaca y a la oveja, lo que quiere decir que, a efectos de ladera, la vaca es una oveja grande en un mundo en que nada más ha cambiado. Ni tampoco el tamaño relativo de perros y lobos.
Externalizar las esencias, hacer que las especies sean cuestión de algún pequeño detalle que resume todas las respuestas a lo que el mundo plantea.
Las leyes que rigen esta conducta son en buena medida ajenas a la vaca y a la oveja, lo que quiere decir que, a efectos de ladera, la vaca es una oveja grande en un mundo en que nada más ha cambiado. Ni tampoco el tamaño relativo de perros y lobos.
Externalizar las esencias, hacer que las especies sean cuestión de algún pequeño detalle que resume todas las respuestas a lo que el mundo plantea.
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