Los volcanes son la terrible ventana a las profundidades, entendidas como depósito y motor de verdades del planeta. Los vulcanólogos destacan por su arrojo, por su temeridad cerca de las lavas ardientes, de los vapores sulfúreos y de las subitáneas explosiones.
Por otro lado, en el paisaje volcánico, los artilugios del vulcanólogo se nos antojan siempre especialmente frágiles y lgeros en el paisaje aplastante de las regiones volcánicas. Sobre soportes tan delgados que no podemos imaginar un vaciado razonable si una erupción los enterrase para los próximos dos mil años, ininterrumpidamente absortos en su actividad contable, registradora o testifical.
Por otro lado, en el paisaje volcánico, los artilugios del vulcanólogo se nos antojan siempre especialmente frágiles y lgeros en el paisaje aplastante de las regiones volcánicas. Sobre soportes tan delgados que no podemos imaginar un vaciado razonable si una erupción los enterrase para los próximos dos mil años, ininterrumpidamente absortos en su actividad contable, registradora o testifical.
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