En el discurso hay hileras tal vez monótonas y, como decía aquél, posiblemente monorrimas. Pero las palabras también se apilan por gracia de la bidimensional tipografía o por alguna otra argucia digna de los teatros de la memoria o de la desmemoria. Hay que observar que en los más prestigiosos apilamientos, los integrantes se toman como genéricos. Aun genéricas, palabras hay muchas con su inevitable sombra de singularidad. Con su escasa obediencia a la ley de la gravitación universal.
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