Tras varios kilómetros de puntos blancos sobre el asfalto, alcanzamos al camión de la sal. Justo cuando alcanza a varias vacas que le saludan con el vaho de su respiración.
En el terreno llano, el camión escatima la sal. Las vacas que decimos, por su lado, no la reconocen o no la estiman, de diseminada. La mañana parece un apocalipsis suave, como de suspiro.
En el terreno llano, el camión escatima la sal. Las vacas que decimos, por su lado, no la reconocen o no la estiman, de diseminada. La mañana parece un apocalipsis suave, como de suspiro.
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