Cuando los creacionistas hablan de geología, sus argumentos adquieren una tonalidad no ajena a un metamorfismo retórico que ha requerido un lapso temporal notable, al menos en la escala del tiempo lingüístico. Como, diluvianos, se acogen al evemerismo que asigna a la historia y sus episodios procesos que van a su propio e invisible paso, su ciencia nos lleva a vivir en un relato pueril, en el que somos niños que se imaginan gigantes, en botas de siete leguas, roldanes de pacotilla.
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