La doble fila va acompañada de un discurso en torno a su legitimidad concreta: que si los niños, que si un momento, que si no me he ido. No tanto discurso actualizado como discurso potencial y de reserva, como los puntos del carné de conducir.
Pero la doble fila es también un muestrario de una suerte de urbanidad de segunda división: el que apura el espacio, el que se come todo un carril porque no se aparta, el que está solo en su universo, tan ricamente.
Pero la doble fila es también un muestrario de una suerte de urbanidad de segunda división: el que apura el espacio, el que se come todo un carril porque no se aparta, el que está solo en su universo, tan ricamente.
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