La vista es el trabajo de hacer continuo lo discreto, como las perspectivas habituales y sus líneas de fugas dejan justamente ver: la hilera infinita de los postes que se acercan a los lejos hasta hacerse uno o un punto en la inaudita geometría de la visión, a la que concebimos después de haberla negado con las artimañas históricas de agrimensores, constructores y geómetras: la ciudad y los campos son la negación del horizonte, el cual suele sugerir el infinito. Según la escasa sentencia del paisaje.
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