miércoles, octubre 24, 2007

El ritmo del paisaje

Ahora nos lo planteamos como el marco donde toda percepción ha de tener su asiento: el mundo a través de las ventanillas del vagón, las cárdenas roquedas, los panes a la puerta de los hornos, los alcores –grises, recuérdese– y el plateado de las colinas repetidas. Sin embargo, pienso en montañas donde el ferrocarril es obra complicada y permanentemente incivil, donde la tarde no tiene otro ritmo que el de la fresca brisa que nos estremece como un heraldo del crepúsculo y de alguna desolación ignota.

No hay comentarios: