domingo, junio 24, 2007

Foehn

Ascienden por la ladera como trabajosos insectos en su peregrinaje incomprensible, aunque de vez en cuando levantan la vista a los cielos, sin duda para luego intercambiar opiniones (si bien dentro de un tono general taciturno y propenso al más impecable laconismo) acerca de los movimientos del aire y las sutiles mutaciones de las pocas nubes de esa tarde.
Y prosiguen su ascenso confiados en las muchas horas de luz que aún le quedan al día. Una marcha que emprendieron animosos, un ánimo que supieron transmutar en determinación silenciosa (los "trabajosos insectos", ¿recuerdan?). Pero un ánimo y una determinación que se fueron enfriando por más que la tarde siguiera sudorosa en sus frentes y bajo sus camisas. Sudor y lágrimas poco antes del collado que les certificaría un regreso honroso. Previo reagrupamiento de los distanciados montañeros.

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