Esta tarde el aire ofrecía una calidad más que transparente. Se nos antojaba que las cosas lejanas brillaban con una nitidez inusual. La digestión seguía su curso y algo se esforzaba en nosotros por descubrir motivos veraniegos. Al fin, el calor y la luz del verano. San Pedro y San Pablo -el pescador y el tarsiota- debían poner orden, pero esperaremos a San Marcial, como su nombre indica.
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