Hoy con la bicicleta ha hecho un ocho. Acaba de cruzar por donde había pasado una hora y cincuenta minutos antes y sólo doscientos metros más tarde se complace en la idea de haberse visto allí parado mientras pedaleaba atento sobre la intersección. Para eso sirven los pedales y su ardua fisiología. Desdoblamientos literarios como ir rezando el rosario, aunque no haya puertos de primera.
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