Los días en que nuestro país es de lomas y trigales verdes, aunque aún a la espera de que los botones en las ramas rompan y se añadan, son pocos y no se les escapan a los cielos metafísicos de la Pascua, los cuales son cielos que dan muy bien en ciertas fotos. El resucitado es noblemente metafísico en esa iconografía de segunda mano: La imagen de madera policromada como un héroe de cómic en un contrapicado contra el cielo azul, azul vacío. Más tarde, los frutos pentecostales, el calmo o el ruidoso y breve río, los secarrales y sus cigarras, eternas en su verano, que es un verano que nos habla del pasado como el reloj nos habla del pasatiempo o viceversa, que venía a decir Martín.
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