Aunque ignoramos cuál será el horno de las palabras, de otras sabemos que se producen en procesos que comienzan con la destrucción, con la erosión de otras previas. Alguien identificará esa erosión con el desgaste fonético que creemos ver, sin ir más lejos, en la historia de las lenguas románicas. Pero quien así haga reducirá las palabras a su forma sólo.
Las palabras sedimentarias precisan para su constitución de más etapas de las que la menor no es el olvido, la desaparición de su materia prima por debajo del horizonte lingüístico. Será la misma erosión o los movimientos telúricos quienes nos las descubran, y aparecerán con el aspecto de neologismos que, sin embargo, parecen sonreír desde un intervalo temporal que, como casi todos los intervalos temporales pues vita brevis, nos supera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario