Pisamos sobre él en discursos que a veces resbalan sobre el lenguaje, que es arena y humus vegetal, pequeñas piedras, o palabras flexibles o manoseadas como arcilla. Del suelo de las palabras va brotando la extraña verdura de las palabras primeras, los fragmentos que equivalen al todo de un lenguaje de verdades -como apuntaría algún misticoide para hacerse el interesante-, las palabras que despreciamos porque mellan o quiebran nuestra azada o nuestro arado, los que utilizamos para las cómodas intervenciones de cada día
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