Aparco en una pieza acotada por dos pilares cuadrangulares situados como a un tercio según se entra de los lados mayores del rectángulo. No estoy aparcando una berlina y no sé si podré abrir las puertas y sólo sé que me me está costando. Atrás me espera una pared y la puerta abierta ha de esperar a mi humanidad escasamente enjuta. Anotemos las pequeñas dificultades de lo que no está ni a un extremo ni a otro y ni siquiera en medio. Aparcamos binarios.
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