Cercados en un invierno tibio y amenazador dejamos que pasen las horas hasta la del regreso, un poco antes del ocaso. Parece que no queremos mirar fuera de las colinas que nos rodean y que no cubre la huidiza nieve. Un miedo sordo sustituye al frío.
Tomado de José Luis Pérez Montón, El montañero desperdiciado, Ediciones Gran Cascada, 2007.
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