De horizontes limitados y pasando el anticiclón sobre el asfalto y a la sombra en mañanas bien frescas. Así nos nace una nostalgia por el viaje o por la excursión que, frustrada, despierta la terrible ilusión de un sitio inescapable y prolongado, los sitiadores apenas visibles al contrasol. Es la luz y son los muros en los inviernos despejados y secos.
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