Cruzamos entre las vacas y las yeguas. Han bajado a este prado desde la loma de enfrente. Más allá están las colmenas de abejas dormidas. Pasamos sobre el barro helado. Las vacas lamen a los terneros. Uno corretea hasta dar con su madre. Las yeguas parecen incluso más indiferentes, aunque lo cierto es que nuestra presencia les mueve a entregarse a algunos cálculos precautorios. A la vuelta, por la carretera, vemos que las vacas la han invadido. Como nosotros, nos dicen.
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